La tristeza de Dex by Amy Lane

La tristeza de Dex by Amy Lane

autor:Amy Lane [Lane, Amy]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Dreamspinner Press
publicado: 2015-05-11T00:00:00+00:00


Kane

—¿QUIERES QUE entre contigo? —preguntó Dex, con voz suave, desde el asiento de copiloto del Navigator.

Kane se sintió débil y triste al mirarle.

—Solo voy a pedirle el correo —dijo disculpándose—. No necesitamos una fuerza de paz gay para pedir mi propio correo. —Había insistido en conducir. Por alguna razón parecía que el problema era más suyo si era él quien conducía hasta allí.

—Si hubiera llamado a Tommy y Chase, tendríamos de verdad una tropa —opinó Dex de forma pragmática—. O a Ethan solo, ya sabes.

Kane asintió con la cabeza.

—Sí, Ethan está macizo. Bien, como te he dicho, puedo ocuparme.

La mano de Dex, cálida y sorprendente, cubrió la suya, que tenía apoyada en el muslo.

—Carlos, ¿crees que voy a echarte si te veo hecho una fiera?

Una inspiración profunda. Otra. Kane giró la mano, con la palma hacia arriba, aceptando la mano de Dex en la suya. Dex mantenía sus uñas arregladas y limpias, y sus manos eran largas, como si estuvieran dotadas para el arte.

—No —dijo, mirando la parte de delante de la casa otra vez.

Fabiola sabía que iba a llegar. Normalmente sacaba a la niña fuera para que pudiera verla, evitando así que entrara en la casa y estuviera en el mismo espacio que su sobrina. Kane nunca lo había entendido. Tenía sexo con adultos delante de una cámara. Eso no quería decir que fuera a empezar a hacer cosas malas a niñas pequeñas. No lo entendía.

Pero, bueno, tampoco era su hija.

—A lo mejor no se encuentra bien —murmuró, casi hablando consigo mismo—. A lo mejor ha tenido una recaída. Llamé al médico para asegurarme de que la niña estaba bien, pero… Oh, joder. Maldita sea. ¡Maldita sea, Lola!

Se había abierto la puerta del garaje, que era de dos plazas. Dentro había un cupé pequeño rojo y un Navigator grande plateado unos cinco años más viejo que el de Kane. Un bajo y fornido hombre hispano de treinta y tantos años, que llevaba el pelo muy corto, se estaba subiendo al Navigator, y a Kane le entraron ganas de vomitar. Dios, Lola… ¿Héctor? ¿De verdad? ¿¡De verdad!? El Navigator salió del garaje y Kane miró frenéticamente a Dex. Tiró de la palanca del asiento, para que se deslizara hacia atrás, y se agachó.

Dex le miró, estaba acurrucado entre el asiento y el volante; y volvió a levantar los ojos. El Navigator se había detenido al lado del coche de Kane y este estaba haciendo gestos a Dex para que bajara la ventanilla.

Dex lo hizo.

—¿Qué está haciendo aquí? —preguntó Héctor.

Dex señaló la casa del otro lado de la calle.

—Esperando a que mi amigo salga de allí —mintió alegremente.

Kane quería besarle.

—Sí, vale. No se quede mucho.

—Saldrá enseguida —le aseguró Dex.

Kane rodeó con la mano sudorosa el tobillo de Dex para darle las gracias; notó que Dex se estremecía por el contacto. Un minuto después el ruido del motor se fue desvaneciendo y se oyó el crujido de Dex en el asiento de piel del Navigator mientras giraba el cuerpo para ver alejarse a Héctor.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.